Antonio Balsalobre analiza los mitines políticos de Semana Santa

Mítines en Semana Santa

García Egea y López Miras proponen suprimir los mítines en Semana Santa. Los de los demás, claro. No los suyos. No los que ellos darán como pregoneros esta semana de pasión. Uno en Murcia, el otro en Lorca.

A decir verdad, produce perplejidad ver cómo fingen escandalizarse ante lo que consideran una “falta de respeto a las tradiciones”, cuando son ellos los que en realidad pervierten estas tradiciones dándoles un sesgo político que no deberían tener. De hecho, “dejarse ver por las procesiones”, manosearlas hasta instrumentalizarlas, es más que una consigna en el PP.

No dudo de que puedan sacar todavía de ese pozo algún petróleo. Pero quizá menos de lo que ellos creen. Hace tiempo que la Semana Santa se define más por su carácter politeísta y casi laico que por su ortodoxia religiosa. Son muchos los que aprovechan estas fechas para irse a la playa, de viaje, o se toman esta tradición como una fiesta de primavera con dioses, música, arte, vestuario histórico, cerveza, gambas a la plancha y ganas de pasarlo bien. Y la parte religiosa, que sin duda conserva, convive perfectamente, con toda normalidad, con el exceso y el jolgorio.

Por si alguien no lo sabe aún a estas alturas, quiero recordar que Viernes Santo es el día del año en que más cerveza se bebe en Cieza, mi pueblo (que no es, por cierto, de los que se quedan atrás en esto de beber cerveza durante el resto del año). Y es que, con la llegada de la primavera, al tiempo que se exalta la muerte y resurrección de Cristo, se exhibe la crueldad de la tortura en la persona de Dios, o se pasean a hombro tallas de vírgenes y santos, los bares no dan abasto pinchando barriles y sirviendo cañas, botellines, tercios o “butanos” (litronas). Tampoco los más jóvenes, con menos poder adquisitivo, se privan de participar en macrobotellones de dimensiones gigantescas, que poco tienen que envidiarle al desenfreno de las antiguas fiestas paganas que se celebraban por estas fechas.

No he oído a muchos (por lo menos no a García Egea o López Miras) quejarse de que esta forma de celebrar las fiestas le falte al respeto a la Semana Santa o atente contra sus valores. Por lo que no entiendo por qué una más que cauta campaña electoral podría empañarla. Rajoy convocó en Navidad, y la vida siguió igual.

Era costumbre, eso sí, en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado cerrar por orden gubernativa prostíbulos, bares, tabernas o salas de fiesta, a ciertas horas y ciertos días, para que no intercedieran en la religiosidad de estas fiestas. Pero no creo que sea eso, aplicado a la actividad política, lo que el PP pretenda ahora. Así que sigan tranquilamente unos y otros con sus pregones y sus mítines, y que gane la democracia. Dicho lo cual, señor Miras, sin ánimo de “tocarle las narices” a nadie.

 

 

 

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