Antonio Balsalobre opina sobre la estrategia del Partido Popular

Todavía estaba ahí

Cuando a raíz de la primera crisis del petróleo se institucionalizó en 1973 el cambio horario en España, un tío-abuelo mío se negó a adelantar su reloj. “En mí no manda el gobierno – decía – y menos un gobierno moribundo”. Era su forma de protestar contra un poder que le había hecho mucho daño y cuya autoridad veía resquebrajarse. Para buscarle las cosquillas (que las tenía y muchas), cuando venía a tomar café a casa alguna tarde, yo le preguntaba: “Chache, ¿qué hora es?”. Entonces se sacaba con parsimonia su reloj del bolsillo del chaleco, abría la tapa, recogía la cadena para que no colgara, y contestaba con voz desafiante: “Las tres de la tarde”. “Querrá usted decir las cuatro”, lo corregíamos nosotros. “Para mí siempre serán las tres”, rebatía furibundo, y empezaba a echar por su boca rayos y centellas que nada tenían que envidiar a los insultos e improperios del capitán Haddok.

Que uno no acepte la realidad no significa que el dinosaurio no esté todavía ahí cuando nos levantamos ni que podamos evitar siempre darnos de bruces contra él. Por mucho que le pesara al “chache José”, cada primavera y otoño, el reloj terminaba marcando las horas que el gobierno le dictaba.

El mismo problema que tenía mi tío-abuelo con el cambio de horario lo tienen ahora el PP y Casado con el cambio de gobierno. Un ejecutivo que sigue estando ahí varios meses después, aunque el PP no lo quiera reconocer o aceptar. Y que está ahí –parece que se nos olvida- primero porque Rajoy así lo quiso y luego por la aritmética parlamentaria prevista en la Constitución. Un gobierno, por cierto, empeñado en sacar adelante unos Presupuestos sociales pactados con Unidos Podemos que reviertan los recortes que tanto daño y dolor causaron, y a cuyo presidente el PP descalifica permanentemente con calificativos tan afectuosos como “okupa” o “golpista”.

No es la primera vez que la derecha nos brinda este tipo de oposición “constructiva”. En realidad, esto ocurre siempre que es apartada del gobierno, un trauma que ella vive, interiorizando no se sabe muy bien qué derecho histórico, como el más injusto de los desahucios. Al menos Franco si que lo tenía claro y no se privaba de recordarlo hasta en las monedas: “Jefe del Estado por la gracia de Dios”. A decir verdad, sea con la mayoría que sea, siempre hay un PP que considera a la izquierda como una usurpadora que no hace otra cosa que arrebatarle lo que es suyo. Digno heredero de Aznar, el nuevo líder popular sigue en esa tónica y no duda en endurecer, ¡que ya es decir!, el tono del partido hasta escorarse hacia una derecha extrema que de “popular” está pasando a “populista”.

Cuando leo que pronto dejaremos de mover las agujas del reloj ante la supresión del cambio de hora, pienso en mi tío-abuelo, que como el Cid va a “ganar” después de muerto una batalla. Lo malo para él es que durante los seis meses que duraba su quijotesca lucha contra el horario de verano vivía en una realidad paralela. Y que cada mañana, al levantarse, el Dinosaurio seguía allí. Y eso mismo le está pasando a Casado. Su desaforada política de crispación, deslegitimación y, si me apuran “antisistema”, no está impidiendo que, al despertar, Sánchez todavía esté ahí. Y, al parecer, subiendo en las encuestas.

 

 

 

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