Antonio Balsalobre reflexiona sobre la política regional

Isabel Franco se autoproclama vicepresidenta

No descubro nada si digo que por este mundo deambulamos gente, gentecilla y gentuza. Pajaritos, pájaros y pajarracos. Tipos y tipejos. Metámonos todos y sálvese el que pueda.

No sé a qué categoría de éstas pertenecen Juan Liarte, portavoz de Vox en la Asamblea regional, que llama “puta” y “tiparraca” a la ministra de Justicia; ni Francisco Serrano, también diputado de esta formación por Andalucía, que lleva años cargando contra el feminismo o las políticas de género y ha llegado, incluso, a bromear con la violación en grupo de una mujer; o Santiago Abascal, líder del partido, a quien no le importa que le llamen “racista”, “xenófobo” y “fascista”.

Lo que sí sé, por el contrario, es que en la errática estrategia postelectoral de Ciudadanos, estos individuos se han convertido en piezas esenciales e imprescindibles a la hora de formar algunos gobiernos autonómicos, entre ellos el de Murcia (de “perdederos”, para más inri, según la terminología de los propios interesados).

Lo que sí vamos sabiendo todos es que esta derecha truculenta y tramonta, en la que están ya, por obra y gracia de Rivera y Arrimadas, indisolublemente unidos PP, Ciudadanos y Vox, se ha propuesto conquistar todas las plazas que estén a su alcance y no va a cejar hasta conseguirlo, por mucho que Ciudadanos finja ponerse públicamente tiquismiquis o Vox sobreactúe en su papel de cornudo ofendido, unas veces, y de listo útil otras. Otra cosa es el hecho incontestable de que la ultraderecha está empezando a tomar conciencia del valor de sus votos en la estrategia PP-Ciudadanos y esté dispuesta a sacar tajada.

Patética, por otra parte, está resultando la performance de Isabel Franco. Patética y ridícula. Se autoproclama vicepresidenta del futuro gobierno, para lo que necesita inexorablemente el beneplácito de Vox, pero aparenta desconocerlo, ignorarlo, aceptando de facto (¡menos guasa, por favor!) que otro pacto de la vergüenza también acabará fraguándose aquí.

La perspicacia política de Rivera ha querido, ironías del destino, que Vox, que venía para acabar con las autonomías, tenga en sus manos el futuro de la nuestra. Que se haya convertido, como en la película, en un implacable juez de la horca que va a decidir en muchos aspectos la suerte, el futuro y la vida de un millón y medio de murcianos. ¡Pero ojo! Las “espinacas” con que PP y Ciudadanos están alimentando a Vox, le otorgarán una fuerza “popéyica” que ya veremos en que acaba. Para unos y para otros.

No se merece la Región este pacto reaccionario, que lo único que va a traer es inestabilidad, desconcierto y caos a una tierra históricamente castigada. Un apaño inconfesable que trunca la formación  de un gobierno regeneracionista y regenerador que acabe con 24 años de corrupción del PP, abra puertas y ventanas en San Esteban y traiga vientos de justicia y prosperidad.

No ha podido ser más claro Toni Roldán, exportavoz económico de C’s, que acaba de abandonar, junto a otros destacados miembros, esta formación por su deriva derechista: “Los costes de la estrategia de Rivera son demasiados altos para España”. Y no digamos nada, autoproclamada señora vicepresidenta, para Murcia.

 

 

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