Primer cumpleaños de la Casa Museo de la Semana Santa

Primer aniversario de la Casa Museo de la Semana Santa, anteriormente conocida como Casa de los Santos, después de su remodelación. El 6 de noviembre de 2015 comenzó el annus mirabilis para la Junta de Hermandades Pasionarias

Crónicas de Siyâsa/Ayuntamiento de Cieza

La Casa Museo de la Semana Santa de Cieza es, de entrada, y en espera de conocer el devenir de la misma, noticia de extraordinaria importancia cultural. Cultural más que nazarena porque el legado de la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza es hoy, y desde hace años, suficientemente conocido, y ha sido valorado tanto desde dentro como desde fuera de la Región de Murcia. Su patrimonio es una fuente inagotable de emoción, y sus imágenes, únicas en el mundo, constituyen su corazón palpitante.

Después de una meticulosa remodelación que duró varios meses y costó algo más de 200.000 euros financiados por fondos europeos, abrió al público un pequeño trozo de la historia reciente de la Semana Santa de Cieza: un edificio de dos plantas, situado en la calle Cánovas del Castillo, que Fulgencio Serra levantó en 1970 para albergar la Casa de los Santos. El nuevo edificio es extraordinario por varias razones, y no solo como recuerdo de la vida cofrade anterior a la desaparición del carismático conserje Pepe ‘el Patillas’.

Aunque el inmueble sigue siendo el mismo, el interior es completamente distinto y la fachada nueva. Varios meses después de su reconversión, la satisfacción acompaña a la JHP, que ha acertado en la redefinición de la popular Casa de los Santos. Donde antes había una sala con espacio para albergar tronos y la estructura de un almacén, ahora se despliega una gran sala de usos múltiples con funciones bien definidas. Área de exposición, en la que se puede exhibir de forma permanente o temporal todo tipo de imágenes y enseres, oficinas y salones.

Con su arquitectura de planta rectangular pasada por el tamiz reciente remodelación, este inmueble disfruta del ambiente castizo característico del casco antiguo de Cieza. Nada más entrar en sus instalaciones al visitante le invade la sensación de que la promesa de tranquilidad se va a cumplir. Es la expresión perfecta de lugar acogedor. Mucho antes de que los nazarenos ciezanos soñasen con un edificio de estas prestaciones, la JHP ya lo consideraba una proyecto prioritario.

Esta semana se cumple un año justo desde que volvió a abrir al público, completamente remozada, renovada, reestructurada y modernizada, con todos los adelantos y servicios de los que debe disponer un museo del siglo XXI puestos al servicio de lo más remoto de la historia. Cabe recordar que se estrenaba con la mayor exposición organizada por la JHP hasta el momento. Por primera vez en su historia, la centenaria institución conseguía reunir en una misma muestra las imágenes titulares de las cofradías y hermandades de la Semana Santa de Cieza.

La exposición fue un acontecimiento único, y como tal ha retumbado en Cieza semanas antes de su apertura al público el viernes. Abrumador resultó el poder de convocatoria de la inauguración. Desde la entrada resultaba emocionante ver la cantidad de personas allí reunidas, arropando a los que iban a protagonizar el acto protocolario. A muchos se les veía impresionados por estar compartiendo sala del remodelado edificio con un mosaico de los pasos más icónicos de la Semana Santa ciezana.

Estructurada en dos zonas claramente definidas, las instalaciones albergan las salas de juntas, la zona de exposiciones y los cuartos de las hermandades ubicadas en la planta primera, y el salón e tronos que se encuentra en la planta baja.

El proyecto abordó la eliminación de humedades, refuerzos estructurales, adecuación de la iluminación y el tratamiento de la estructura existente, debido a los efectos producidos por el tiempo y agentes externos. A través de esta remodelación, se ha conseguido la consecución de unas infraestructuras modernas, así como la eliminación de barreras arquitectónicas de gran nivel para que faciliten la inclusión y la adecuación de este espacio como contenedor de su rico patrimonio nazareno. En definitiva, contribuir a un mayor desarrollo del entorno turístico de la localidad.

 

 

 

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