Editorial

EL ‘BOTELLÓN’ DE MIGASECA

Los terrenos de Migaseca, después de un largo proceso judicial, nos han costado a todos los ciezanos y ciezanas casi cinco millones de euros. Actualmente, se han iniciado conversaciones con promotores para conocer si están interesados en edificar en ellos y el concejal de Urbanismo defiende que se llegó a esta situación, que según el propio gobierno dejó tocadas las arcas públicas y futuros presupuestos, por desidia de los anteriores gobernantes. Pero no es este concepto el que queremos tratar sino el de su utilidad actual.

Migaseca se ha convertido, desde hace años, en el punto de reunión de fin de semana de nuestra juventud. Estas reuniones llegan a ser masivas en los finales de los trimestres estudiantiles y en Viernes Santo y Domingo de Resurrección. Es el lugar donde realizan el conocido ‘botellón’. Durante este tiempo las quejas de los vecinos de Santa Clara han sido constantes. Ruidos a altas horas de la madrugada, jóvenes orinando a la vista de todo el mundo, y suciedad acumulada por doquier al término de sus celebraciones. Estas son las quejas de los vecinos. Y luego están las quejas que, como sociedad, nos engloban a todos: los hábitos nocivos de la juventud y su propia seguridad.

No creemos que a nadie le satisfaga que sus hijos estén en un descampado bebiendo alcohol, en ocasiones sin control. Incluso menores. Además, está el tema de su seguridad. En Miagaseca hay tres antiguas balsas de esparto de unos dos metros de profundidad, justo alrededor de donde se reúnen. Y no es improbable que algún día, después de comprobar las cantidades de alcohol que se ingieren y sus posteriores pruebas, los vómitos, suceda una desgracia y tengamos que lamentar que algún joven ha caído a una balsa.

El asunto de Migaseca es recurrente, al igual que lo ha sido el de la creación de un recinto ferial. En la encuesta que realizamos en el periódico sobre el asunto se mostraron los siguientes datos: un 37,5% manifestaban que se les debía proporcionar un espacio alternativo y seguro (incluso el mismo concejal nos lo dijo); un 50% argumentaban que era necesario inculcar valores que no fueran nocivos para la juventud (también lo señaló el concejal); y, por último, un 12,5% expresó que no se debía hacer nada al respecto pues no molestaban a nadie.

Creemos que lo prioritario y necesario sería concienciar a la juventud, mediante campañas de sensibilización, de lo perjudicial que es para su salud determinados hábitos nocivos. También somos conscientes de lo difícil que sería erradicar estos hábitos, aunque se les puede explicar otras vías más saludables (deportivas, culturales o de ocio y diversión). Sin embargo, mientras se ponen en marcha estas campañas se debería proporcionar a los jóvenes otro espacio que sea más seguro y que no ocasionen molestias a los vecinos que llevan años padeciendo estos problemas.

 

 

 

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