El pantano del Quípar: la obra esperada

   Fotografía de Antonio Piñera

Durante decenas de años se pidió la construcción de un embalse que retuviera las aguas de las avenidas para aprovecharla en los meses de sequía. Las voces de los ciezanos se alzaron, como las de la región. Las inundaciones y la sed rodearon la construcción del pantano esperado

Miriam Salinas Guirao

Las voces que pedían una solución al problema del agua son antiguas, el 17 de enero de 1886 en La Paz de Murcia se publicaba: “Si los regantes inferiores quieren agua, la tienen, segura y en abundancia, almacenándola en el Quípar, oigan bien y estudien bien este desinteresado consejo los murcianos y oriolanos. Por lo demás, estamos seguros que si la generación presente no nos atiende, nos ha de atender la futura.”

Las aguas provocaban inundaciones terribles en la provincia, Cieza salía en la prensa regional clamando una solución. Así se pudo leer el 22 de marzo de 1892, en La Paz de Murcia: “En Cieza culpan a Murcia de los desastres que han sufrido con la última avenida, pero El Combate de aquella villa ha salido a nuestro favor diciendo a sus paisanos que  Murcia no ha sido la que ha dispuesto el orden de las obras de  defensa contra las inundaciones y que, además, el pantano del Quípar, que se halla entre las primeras, librará a Cieza de nuevas crecidas del Segura.” El conde de Roche alzaba la voz, también, en defensa del pantano dos años más tarde, así lo atestigua la prensa regional en diciembre de 1894.

“Paludismo mortífero”

El 4 de enero de 1895, en Las Provincias del Levante se publicaba una petición al alcalde de Murcia: “Ya sabe el Sr. Alcalde que la construcción del Pantano del Quípar es una necesidad suprema de este país: la reclama todo el mundo con urgencia.” En la carta argüían, además de las causas de las inundaciones y la sequía, la enfermedad: “durante el verano, se seca el Segura y como consecuencia, las acequias que de él reciben el precioso líquido. Todo el trayecto de Cieza a Guardamar, se llena de charcas, en donde la fuerte reverberación solar, descompone las materias orgánicas, originando en más de una ocasión un paludismo mortífero, que ha causado terribles estragos”.

El 12 de febrero de 1895 en Las Provincias del Levante se informaba de nuevas inundaciones en Cieza. Un telegrama emitido desde nuestra localidad alertaba: “Desbordamiento del rio Segura tan grande como jamás se ha visto en esta región. La vega está completamente inundada. Los daños son incalculables”.

“La vega está completamente inundada»

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El 26 del mismo mes, en La Paz de Murcia se anunciaba: “Construcción del Pantano del Quípar, donación de 25.000 pesetas para remediar con lo posible los estragos de la última inundación.” Ya en 1896, las aguas del Quípar seguían sin solución: “La provincia de Murcia puede demostrarlo, para gran desgracia suya. El Pantano del Quípar ya debía estar terminado y aun no se ha podido llegar a su replanteo. Es una obra beneficiosa, de sentido Común, necesaria y urgente, y sin embargo, anda dando tumbos de centro en centro y de dictamen en dictamen. ¡Pobre España! (…) Es desesperante acudir a un centro directivo para gestionar la pronta realización de obras de tanta utilidad. Allí todo se reduce a citar Reales órdenes, circulares y preceptos administrativos, para que los expedientes continúen prendidos en la red de las garrulerías y esterilidades de nuestra administración pública. El alma padece lo indecible: esos organismos tan costosos, tan torpes y  tan inútiles, parecen creados por el mismo Infierno para la perdición de los españoles. Luchar contra eso es hazaña heróica y superior a las fuerzas humanas. ¡Cuántos espíritus fuertes se habrán rendido en aquel Ministerio de Fomento!”, así se relataba en Las Provincias de Levante. El 22 de junio se informaba en el mismo periódico sobre el diputado por Cieza, Cánovas Varona, quien se ocuparía “con interés de impulsar el expediente para la construcción del Pantano del Quípar”. En diciembre de 1896, el mismo diario alertaba: “El expediente anda por el ministerio de Fomento, sepultado porque cierta tramitación ha sido adversa para tan importante proyecto.”

“Sed”

El 6 de julio de 1897 informaba de nuevo Las Provincias de Levante: “En el ministerio de Fomento duerme hace años el proyecto aprobado del pantano del Quípar, inmenso vaso que durante el invierno podría almacenar las aguas de las avenidas, que causan daños, para darlas ahora al cauce del rio, con inmenso y positivo beneficio. Allí está el expediente y allí estará hasta la eternidad, porque nos dicen que en virtud de informes desfavorables, no puede resolverse en bien de Murcia.” El 17 se hablaba en la prensa de “sed”, la sequía obligaba a echar la vista atrás, hacia las aguas perdidas de las crecidas de los ríos.

El 12 de octubre de 1900 Pascual María Massa firmaba un artículo para El Diario de Murcia  relatando lo que el ingeniero jefe de la División de Trabajos Hidráulicos del Júcar Y Segura había manifestado a las Juntas de Hacendados de Murcia y Orihuela. En la noticia se puede leer: “Ha de proponer al Gobierno antes del 15 deI corriente mes las obras de Pantanos y Canales de riego que deben ser objeto del plan general de las que el Estado debe construir con arreglo a lo dispuesto en el Real Decreto de 11 de mayo último. Entre las obras correspondientes  en esta provincia de Murcia se halla el Pantano proyectado en la desembocadura del rio Quípar, obra importantísima que, a juicio de dicho ingeniero, Andrés Soriano, podría producir inmensos beneficios al país por su doble empleo de regularizar el régimen de avenidas y suministrar aguas de riego para el perfecto servicio de las comarcas que actualmente le disfrutan y su extensión a nuevas zonas, en la superficie que permitiera el caudal sobrante, después de cumplir ampliamente y con absoluta integridad las necesidades, derechos y privilegios de los antiguos regantes.”

El 13 de mayo de 1902 en El Diario de Murcia se publicaba: “El pueblo de Cieza ha seguido con gran ansiedad todas las fases porque ha atravesado el proyecto del Pantano del Rio Quípar, y demuestra hoy como ningún otro su entusiasmo al ver que se da principio a los trabajos de tan importante obra”.

El 22 de septiembre de 1903 en el diario nacional ABC se daba noticia de la inauguración de las obras del pantano y de la asistencia del ministro de Agricultura, Rafael Gasset. Se aseguraba que la obra duraría dos años y que proporcionaría trabajo a los braceros de la comarca.

“El Segura ante la catástrofe”

Años más tarde, el 3 de diciembre de 1916, en Boletín Liberal de la Provincia: “Otra vez el Segura ante la catástrofe”. En las páginas de este periódico se describía. “Escribimos esto, consternados, apocados por la emoción deprimente que ha invadido nuestro espíritu por la expectación dolorosa, del Segura, nuestra vena fertilizadora, dadora de vida próspera a nuestras hermosas vegas, hoy convertido en avalancha devastadora, ola mortífera sembradora de irreparables daños, de inconsolables dolores. Escribimos poseídos de inconmensurable pena. La que brota espontánea, y punzadora de considerar el fondo de injusticia, incuria y egoísmo, que en último análisis, se descubre, claramente destacado, a poco que se ahonde discurriendo sobre estos tristes fenómenos y sus causas (…).Ya veréis, pobladores de las arrasadas vegas de Cieza, Calasparra, Abarán, Blanca (…). No se les puede exigir todavía que se acuerden de vosotros; es aún temprano; con un poco más de vivir, veréis llegar la hora en que se terminarán las obras de los Pantanos del Quípar y de Talave (…), comenzadas casi en el principio del mundo.”

Manuela Sevilla, licenciada en Historia del arte y natural de Calasparra, firma un artículo para El Noroeste donde asegura que cientos de obreros participaron en las obras del pantano. “En 1907 se contabilizan 275 obreros, muchos de ellos acompañados por sus familias, que vivían en cuevas originadas en las montañas kársticas y en almacenes construidos para albergarlos. También se realizó una ermita para el culto dominical.”

Las lluvias torrenciales, las inundaciones, la sequía y todos los fenómenos ligados al agua en la cuenca del Segura son conocidos por los moradores de la zona. A pesar de que la construcción se hallaba (y se encuentra) enclavada en el término municipal de Calasparra, para Cieza suponía una obra muy importante.

El problema del agua se intensificó mediáticamente a finales del siglo XIX. Las avenidas de la década de 1870, y en concreto, la sufrida el 15 de octubre de 1879, catalogada como altamente catastrófica, provocó la celebración en 1885 del Congreso contra las Inundaciones de la Región de Levante. En la información pública del Ministerio para la Transición Ecológica se explica que “se desarrolló un amplio plan de defensa contra las inundaciones titulado Proyecto de obras de defensa contra las inundaciones en el valle del Segura, firmado en el año 1886. El pantano en el río Quípar estaba incluido como obra a estudiar dentro de este plan.” La materialización de medidas para controlar las aguas se fue dilatando, a pesar de lo importante de su importancia.

El Proyecto definitivo de la “Presa para el Pantano de Alfonso XIII” fue redactado con fecha de 30 de agosto de 1902 y aprobado por Real Decreto de 10 de septiembre de 1903, así se expone en la información online de la Confederación Hidrográfica del Segura. Durante la ejecución de las obras, por Orden Ministerial de 14 de marzo de 1908, se aprobó el Primer Proyecto Reformado de la Presa del Pantano de Alfonso XIII; posteriormente, por Orden Ministerial de 13 de julio de 1911, el Segundo Proyecto Adicional de la Presa del Pantano de Alfonso XIII, más tarde, con fecha de 1 de febrero de 1916, el Tercer Adicional de la Presa del Pantano de Alfonso XIII, y por último en 1918 se aprobó el cuarto Proyecto Adicional. “Las compuertas del desagüe de fondo y las válvulas de la toma de agua fueron objeto de Concurso especial aprobado por Orden Ministerial de 11 de septiembre de 1913, cuya ejecución fue autorizada por Orden Ministerial de 24 de abril de 1914 y adjudicadas a la Maquinista Terrestre y Marítima por Orden Ministerial de 12 de enero de 1915, terminándose su instalación en el año 1918”, así lo explica la Confederación.

La obra esperada se dilató durante años, pero llegó a término. Las aguas del Segura, que han servido (y sirven) de componente fundamental en la vida de los ciezanos, pudieron domarse.

 

 

 

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