Elena Sánchez describe las psicotendencias actuales en un artículo de Opinión

PSICOTENDENCIAS

Un martes de cada mes acompañaba a mamá a la peluquería. No había mucho que hacer durante las siguientes dos horas y media. Solo esperar. Mamá y otras mujeres también lo hacían. Esperaban con mechones de pelo envueltos en papel de aluminio, con todo el pelo cubierto y aplastado por algún mejunje que no olía muy bien. Mientras tanto, ojeaban las revistas del corazón y fumaban.

De todo aquello, lo único que podía hacer como ellas era cruzar las piernas, recostarme en el  sillón negro de skay y pasar una a una las páginas de las revistas que se amontonaban en los tocadores. Me detenía en los reportajes de bodas y en alguna que otra celebración familiar. Era como ver un álbum de fotos, aunque en este caso con titulares impresos en letras grandes que daban cuenta de la importancia del acontecimiento. Luego estaba lo nuevo, que también debía ser importante dada la frecuencia con la que aparecía. Estaba la nueva casa de M., una señora muy sonriente y bien peinada. Sonreía en el salón, descansando en el jardín y acomodada en un sofá junto a su marido. Más adelante, X. recuperaba la sonrisa gracias a un nuevo amor. Solo había que avanzar un poco más, o pasar a otra revista, para saber que S. estaba feliz tras el embarazo y sorprendía con su nueva imagen. Sin duda, lo nuevo era una buena señal. Aunque en el colegio todavía no nos habían hablado de las novedades, estaba claro que te cambiaban la vida. Además, te las podías encontrar en cualquier sitio, unos grandes almacenes, en el supermercado y hasta en la farmacia.

Las páginas en blanco y negro, las solían frecuentar mujeres de la que apenas se veía el rostro. Explicaban cómo había cambiado su vida al perder 20 kilos, 30 o más, en unas pocas semanas. Todo gracias a una nueva fórmula para adelgazar que lograba combatir las grasas. Las fotografías del antes y el después daban cuenta del cambio. A la izquierda, abdomen, muslos y glúteos hinchados, abultados por la grasa. A la derecha, la grasa había desaparecido. El cambio se había producido.

Por aquel entonces, yo también espera algunos cambios. Los que venían con la edad. No dejaba de mirar hacia la parte baja de mi vientre, acechando la curva respingona que se insinuaba por debajo de la camiseta ¿Y si algo salía mal? Contraía con fuerza el abdomen hacia dentro ¿Cuánto tiempo podía estar así? Volvía a mirar las fotografías del antes y el después. Ellas lo habían conseguido, con solo tres cápsulas al día. Si algo salía mal, había solución. Podía respirar tranquila.

Han sido otros cambios, los que han hecho que vuelva a visitar la peluquería con la misma regularidad que lo hacía mamá. Cuestión de seguir tapando canas. Esta vez, las mías. En las revistas, los productos de adelgazamiento han sido sustituidos por novedosos comprimidos a base de colágeno que hacen desaparecer las arrugas ¡Cómo evitar levantar la vista hacia el espejo! Pero ahora, lucir una piel tersa y firme es fácil y sencillo. Parece que no hay de qué preocuparse. También es fácil y sencillo moldear tu cuerpo con rutinas diarias de 10 minutos. ¿Quién no es capaz de hacerlo? Al mismo tiempo, puedes mejorar la relación con tu pareja siguiendo 10 recomendaciones de expertos en equidad comunicativa, conocer las 7 claves para identificar a personas tóxicas y desarrollar la inteligencia emocional de tus hijos teniendo en cuenta 6 aspectos fundamentales.

Visto así, diseccionando en pequeños segmentos la vida y las relaciones, hasta reducirlas a la expresión mínima de un hábito o rutina, de un pensamiento o de una emoción, todo parece sencillo, fácil y rápido de conseguir ¿Cómo es posible entonces que se nos acumulen los problemas? ¿Qué no logremos resolverlos a tiempo? ¿Qué no seamos felices si podemos entrenar nuestro cerebro con el nuevo fitness emocional?

Aunque los medios de comunicación no estén hablando todavía de este fenómeno, de estas pequeñas píldoras de sabiduría en formato de consumo rápido –apenas  unos minutos para su lectura y comprensión─, está claro que pronto lo harán.

Su composición parece simple. Están basadas en extractos de ideas procedentes de la psicología y filosofía, que descontextualizadas y aisladas de enfoques teóricos más amplios, han quedado desprovistas de matices y de toda complejidad. Se las ha simplificado hasta reducirlas a eslóganes fáciles de memorizar y repetir. En general, gozan de buena aceptación y son recibidas con entusiasmo debido a la banalización del conocimiento. Nos permiten amoldarnos fácilmente a la expectativa de que los cambios son posibles sin apenas conflicto, sin tener que enfrentarnos a la incertidumbre, que no requieren del esfuerzo y la constancia, que no es preciso asumir riesgos ni hacer sacrificios, que siguiendo los pasos adecuados todo será fácil.

Y quizás sí, quizás esperar que algo cambie, sea más fácil al abrigo de alguna certeza consoladora, aunque sea efímera y banal. Puede que finalmente, los medios de comunicación no nos hablen de las psicotendencias.

 

 

 

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