Gernikako Arbola

Antonio-Balsalobre-cronicas-siyasaNo siempre escribo para ser leído y, en justa correspondencia, no siempre me publican lo que escribo. A veces, lo hago como una eficaz e íntima terapia de desahogo. Estampado el pensamiento sobre el fondo blanco me sobreviene una dulce sensación de paz.  Lo crean o no, allá por mayo de dos mil diecisiete, vacié esta reflexión:

“Vil e inútilmente , ETA ha segado la vida de mujeres, niños, guardias civiles, militares, políticos, ertzaintzas, empresarios, policías nacionales y de cuantos han tenido la desdicha de estar en el lugar y tiempo equivocados. ¿Para este viaje hacían faltas estas alforjas? Me temo que no. Ocurre que las alforjas no eran mochilas sino seres humanos inocentes que, tras su muerte, han dejado a cientos de familias quebradas por el dolor. Los muertos y sus familias son lo más sagrado de nuestra democracia. Que nadie lo olvide jamás. Todavía hoy, hay unos trescientos crímenes de la banda sin resolver.  Hay familiares de asesinados que desconocen si los verdugos están en prisión por otros hechos o se los cruzan, cada mañana, al comprar el pan. ETA y su brazo político deben comparecer públicamente y pedir perdón. De inmediato y sin titubeos. Las víctimas, de mediar esa hipotética petición de clemencia, deberían tener la grandeza de concederla. Pero solo a ellas compete tan difícil y generosa actitud. Si no queremos que los muertos se remuevan en sus tumbas, si no queremos que esta luctuosa etapa se cierre en falso, si no queremos mancillar nuestra democracia por la que generaciones han suspirado y luchado, algunos deben pedir perdón para que otros,  al menos, puedan tener la oportunidad de aceptarlo”.

El pasado veinte de abril, ETA hizo una histórica declaración al pueblo vasco. En toda noticia, singularmente en las de esta importancia, es muy aconsejable acudir a la fuente original y desatender entrecomillados, apostillas y demás argucias informativas que pueden desnaturalizar la verdad de los hechos. Fiel a esta idea, he acudido al Diario Gara y he leído, con detenimiento e interés, el comunicado de ETA.

Es claro, inequívoco e intachable. No busquen cinismo o ambigüedad en el texto porque no hallarán ni lo uno ni lo otro. Les emplazo a que lo lean en su integridad porque todo intento de síntesis por mi parte sería desaconsejable.

Todos hemos de sentirnos concernidos por esa petición de clemencia pero solo, repito, solo las víctimas y sus familias tienen autoridad moral para aceptarla. Poco importa que ustedes y yo demos por bueno ese arrepentimiento como nada importa lo que diga el gobierno, o los medios de comunicación, o los partidos o cualesquiera otros.

La contrición no borra el dolor causado ni restituye pérdidas y sufrimientos; ni evita lo que fue y jamás debió ser pero es cuanto nos queda. Desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo y la Fundación Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo consideran que el comunicado de ETA es insuficiente, inservible e, incluso, decepcionante.

Solo a mí me represento y desde esa humilde y unipersonal cancillería digo que el comunicado de ETA es tan alentador como comprensible la reacción de las víctimas. Necesitan tiempo; tiempo que no todo lo cura pero que sosiega el alma. Es desgarrador el dolor infligido; son demasiadas las vidas truncadas y demasiados los sueños quebrados. Demasiados agravios, burlas y desprecio. Se necesita tiempo, el suficiente, el que haga falta para las intenciones verdaderas de unos resplandezcan y la indulgencia de otros llegue, si es que hubiere de llegar. Siempre estaré junto a las víctimas, decidan lo que decidan. Siempre.

Las sociedades vasca y española deberían valorar por qué hemos llegado hasta aquí. Por qué un orate y vulgar xenófobo fue escuchado y seguido, y por qué otros siguieron a quienes a aquel imitaron. Alguien que, entre otras lindezas, fue capaz de decir esto:

«Entre él cúmulo de terribles desgracias que afligen a nuestra amada Patria, ninguna tan terrible y aflictiva, juzgada en sí misma cada una de ellas, como el roce de sus hijos como el roce con los hijos de la nación española.

¡Ya lo sabéis, Euzkeldunes, para amar el Euzkera tenéis que odiar a España!»

Dejó dicho Unamuno que el fascismo se cura leyendo y el racismo viajando aunque, añadiría yo, no crean todo lo que lean ni imiten costumbres o culturas contrarias a la dignidad del hombre.

Tras casi mil muertos después, los radicales se percataron de que podían llegar a las instituciones por medios democráticos; democracia a la que, durante décadas, habían golpeado sin piedad. Solo resta, siguiendo el buen consejo del bilbaíno, que viajen y conozcan a los pueblos vecinos que solo deseamos vivir en paz y hermandad. Les esperamos con los brazos abiertos y el corazón anchuroso.

Sé que en Guernica (hace ahora ochenta y un años) se abrió una herida muy profunda y sé también que ETA no ayudó, precisamente, a que dejara de supurar. Entonces y ahora personas inocentes pagaron, con sus vidas, vilezas ajenas. Quizá sea un buen momento para depositar unas flores al pie de ese simbólico roble, en nombre de todos, absolutamente todos los muertos del odio. Nada me gustaría más.

Fdo. José Antonio Vergara Parra.

 

 

 

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