El gran jefe gringo

La semana pasada comentaba que los proféticos analistas políticos, incluidos los elaboradores de encuestas, estaban pasando por una etapa errática. Pues, ahora, he llegado a la conclusión de que sería mejor que cambiarán de oficio. Cualquier trabajador de a pie (sin tanta carrera y máster) está más capacitado en sus dotes adivinatorias que estos gurús mediáticos. En mis tiempos, por menos, te pasabas la vida en galeras bogando contra el Turco. Y no saben el daño que provocan en la autoestima de los perdedores electorales, en este caso Hilary Clinton y en otro, Pablo Iglesias. Cualquier primate (que no homínido) con dos pistolas y las recámaras llenas tendría menos peligro que ellos para la información ciudadana y el ego político.

Pero vamos a saltar a la arena. Las elecciones americanas (o gringas), que vienen a ser mundiales porque nos afectarán a todos, las ha ganado el caballo tapado, Donald Trump. Hay quienes le acusan de populista (tan de moda en esta época) y también quien alega que sólo es un fanfarrón. De todas formas, ambas calificaciones son peliagudas cuando va a llevar los mandos del navío mundial. Por suerte o por desgracia, como se dice por estos lares, esa es la realidad.

Donal Trump es un digno sucesor de James Monroe, padre de la doctrina que lleva su apellido, y que en el siglo XIX proponía que América debía ser para los americanos. Claro está que lo que el bueno de James proponía era una América anglosajona. Para él, los americanos eran los descendientes de los ingleses, y protestantes a ser posible. Estos bellacos herejes ardían muy bien mi época. Pero a lo que ibamos, que Trump no quiere ni oír hablar de mexicanos, musulmanes y todo aquello que no huela a la Pérfida Albion de quinta generación como mínimo (aunque su padre sea alemán y su mujer eslovena, que curioso). Que les va a levantar un muro. Y que los dineros saldrán de la bolsa del vecino. Si no fuera por la gravedad del asunto hasta sería un buen cómico.  Y ya lo decían los Trigres del Norte en su canción cuando se referían a sus compatriotas de EEUU: «Yo no crucé la frontera, la frotera me cruzó». Y tanto que sí. Pues esa tierra, que antaño fue nuestra y ahora del gringo, fue robada o comprada que es como se hacían estas cosas. Véase California, Nevada, Nuevo México, Texas, Arizona, Florida, Colorado y alguno más.

Gracias a mi larga experiencia en la vida he aprendido que lo que Trump pregona y sus críticos le reprochan no es racismo. El ser humano no desprecia a sus congéneres por el color de la piel sino que rechaza lo que es diferente a su propia cultura. Y actualmente, en estos tiempos de neoliberalismo, rechaza al que tiene la bolsa vacía. Que no es lo mismo un moro de…(lo que ustedes saben) que un jeque árabe, aunque los dos tengan la tez bronceada. Lo que el hijo del constructor con problemas legales no quiere es que se le llene el país de cochambre. Irónico discurso para un país formado por inmigrantes.

Este tipo de discursos son típicos en las épocas de crisis económicas. A Hitler y a Mussolini les funcionó para llegar al poder (que no digo yo que éste tenga el calado de aquellos). La clase baja carece de rentas y aprecia al distinto como al demonio que se va a apropiar de su país. La clase media tiene un cabreo considerable al ver reducido su nivel de vida. Y la clase alta, pues encantada de la reducción de impuestos y de seguir acumulando riquezas para el más allá cual faraón egipcio. Si es que no hay nada nuevo bajo el sol.

Ahora es tiempo de genuflexiones varias y de limar asperezas que es lo que toca cuando hay nuevo emperador. Y de repetar la bandera del ganador, sin cometer el error del imberbe ZP cuando no se quiso levantarse a su paso. A pesar de que ellos se orinaran en la nuestra cuando decidieron hundir el Maine (su propio acorazado con más de trescientos marineros a bordo) en Cuba y arrebatarnos lo poco que nos quedaba de autoestima (y de imperio).

Pero el triunfo de Trump solamente es la plasmación de un caldo de cultivo que lleva tiempo germinando en el mundo, favorecido cuando no hay bonanza, y que ha hecho emerger en Europa a Amanecer Dorado y Le Pen entre otros. Dicen, nuevamente los analistas, que EEUU se dirigirá a un capitalismo más duro que establecerá mayores desigualdades sociales. Aunque siempre ha funcionado así la tierra de los sueños y la libertad (y el mundo desde que yo estoy aquí). Sólo cabría observar quiénes han practicado un colonialismo económico e instalaron dictaduras en toda Sudamérica para favorecer los intereses bursátiles de las empresas gringas. A pesar de las últimas medidas sociales de Obama, EEUU es un país donde no es conveniente ser pobre (quizás en ninguno) porque el panorama que se les presenta a los necesitados es desolador.

Sin embargo, son tiempos delicados (siempre lo fueron) para el frágil equilibrio mundial. La amenaza del terrorismo islámico y la situación de Oriente Medio requieren de habilidosos diplomáticos y sabias decisiones. El resultado de las Cruzadas de antaño aún perdura en la zona. Lo que no sabemos es si Trump cumplirá sus promesas electorales, que auguran más inestabilidad, o si, simplemente, es un bravucón de discurso fácil pero eficaz. Tan eficaz que es el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Es el Gran Jefe Gringo, tan distante en todos los conceptos de los verdaderos grandes jefes americanos.

 

One thought on “El gran jefe gringo

  1. Trump

    Si el pueblo elije a trump, trump es el presidente.
    Algo habra hecho mal la administracion obama para q voten a trump.
    Quiza la culpa la tenga la izquierda aburguesada de hoy dia

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