Jesús debió ser de izquierdas

Antonio-Balsalobre-cronicas-siyasa

Confieso sentirme cansado; terriblemente cansado. Creo estar inmerso en una inacabada guerra interior. Tras cada batalla una parte de mí parece alejarse por el horizonte, para no volver jamás.  No hay treguas ni tiempos muertos. El mal jamás desfallece.

No hay un solo instante sin que él te susurre al oído. Dispondrá una y mil trampas; te guiará por caminos sin salida y sendas sin retorno. Temo quedarme sin fuerzas y que la corriente me lleve río abajo. Las recompensas del mal son fácilmente identificables pues, tras un intenso y efímero placer, un vacío insondable carcome nuestras entrañas.

No pasa un solo día sin que la obscuridad logre un triunfo. Por cada caída una muesca más en el alma. Nos debatimos entre la sinrazón y la cordura, entre lo correcto y lo inadecuado, entre el bien y el mal. Algo nos empuja a ser temerosos. Con tal fuerza lo hace que resistir es casi un acto heroico.

Nada hay tan hermoso e inspirador como el verbo y la vida del Nazareno. No es de extrañar que el hombre, ingenuamente a veces, mezquinamente otras, haya tratado de apoderarse  de la patente. Nada entendieron entonces y nada entienden ahora.

Igual me equivoco pero creo que Jesús aspira a vivir en un único templo: el de nuestros corazones. ¿Para qué tanto ruido, tanto teatro, tanta pompa y tanto golpe de pecho?

Nuestro corazón es pequeño y muchos los interesados por conquistarlo. Envidia, odio, rencor, codicia, egoísmo y soberbia lucharán por hacerse un hueco. No debe ser casualidad que nuestro corazón esté en el centro mas levemente girado a la izquierda; detalle en el que no hemos reparado lo suficiente.

No se hagan ilusiones. Por izquierda no deben entender a señoritos de fogeo o a tímidos laborales, henchidos de odio y rencor. Tampoco a esos cursis que quieren cambiar nuestra Constitución porque su redacción es demasiado masculina. O a esos otros que quieren penalizar los piropos. La izquierda de verdad tiene ampollas en las manos y arrugas en el alma. Andan atareados en cómo sobrevivir mientras la izquierda de salón se ensimisma en sí misma. Entiéndase por izquierda a las gentes bondadosas y trabajadoras, cuyas vidas son testimonio inequívoco de virtud, ejemplo y compromiso.

Cuando, pudiendo, no pagamos salarios justos, ofendemos a Dios. Cuando a un jugador de fútbol se le pagan veinte o treinta millones de euros, se ofende a Dios. Cuando, con mil bolsas en las manos, regresamos de las rebajas y apenas reparamos en el mendigo de la esquina, ofendemos a Dios. Cuando, por miedo o complicidad, timamos a nuestros semejantes, ofendemos a Dios. Cuando, ante la injusticia bajamos el rostro, ofendemos a Dios. Cuando en el inmigrante, aterido de frío, hambriento y desconcertado, vemos a un extraño, ofendemos seriamente a Dios. Cuando la ganancia nunca es suficiente, ofendemos a Dios. Cuando los jefes presionan a sus trabajadores hasta límites casi delictivos, se ofende a Dios. Cuando el poder se ejerce, no en beneficio del pueblo, si no en el propio interés, ofendemos a Dios. Cuando juzgamos a los demás, ofendemos a Dios. Cuando, pudiendo hacer el bien no lo hacemos, ofendemos a Dios.

La izquierda no es un lugar, ni una bandera ni una canción. Es un estado del alma. Mucha gente es de izquierdas y no lo sabe. Tampoco importa demasiado. El gran Unamuno nunca entendió ni a los que desfilaban con el puño ni a los que lo hacían con el brazo en alto. Quiso una tercera España que no pudo ser. En eso ando, Don Miguel. Muy modestamente; claro. Nunca me he sentido cómodo en esas Españas atrincheradas y cainitas. Aspiro a una España nueva y vieja a la vez, en la que todos quepamos y convivamos en paz. Una España en la que la razón y la palabra desplacen la superchería y los monólogos. Y qué mejor que comenzar por nosotros mismos. Si el Nazareno fue Rey sin corona y Señor sin servidumbre,  ¿por qué habríamos de aspirar a nada nosotros, que nada somos?

No quisiera claudicar ni sentirme demasiado cómodo. Clamar y gritar y sentir; eso es lo que quiero. Y revelarme ante la injusticia y la impostura. Y si hubiere de sufrir derrotas, que sea la  búsqueda de la decencia quien las origine.

Quisiera que, llegado el día, la paz inunde mi espíritu ante la certeza de que hice cuánto pude.

 Fdo. José Antonio Vergara Parra.

 

 

 

One thought on “Jesús debió ser de izquierdas

  1. vergara como buen acomplejado de «centro derecha» solo atribuye los buenos actos a la «izquierda». otra victima mas de la ingenieria social, el victimismo (solo le falta pedir perdon). cuando a un jugador de futbol se le pagan 20 millones de wuros, es porque lo vale y el que lo paga cree que hay espectativas de recuperarlo y de ganar mas
    vergara te has pegado un tiro en el pie con este articulo

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