La izquierda radical bajo el prisma de Vergara Parra

Izquierda radical

Por sobradas razones, nuestra sociedad tiene suficientemente asumido que hay una derecha extrema que merece ser combatida por tierra, mar y aire. La reciente historia de Europa nos ha revelado, con excesiva crudeza, las consecuencias de sus perversos postulados.

Sorprende, por irracional, la buena prensa y tibieza casi generalizada respecto de una izquierda, también radical, que habría de merecer idéntico rechazo.

Convendría una aclaración. Cuando uso el término radical, excluyo a quienes, respetando las reglas de juego explícitas y tácitas, defienden con pasión ideas y principios que, de alcanzarse la suficiente confianza popular, serían debidamente implementadas. Siguiendo este argumento, que defiendo sin fisuras, se colige que hay una siniestra y una diestra con respetables convicciones e intachables formas que, en absoluto, merecen la etiqueta de radical. Porque este término, como otros muchos, se utiliza con demasiada alegría y persistente improcedencia.

Habrá quienes no quieran verlo o quienes, aun viéndolo, muestren una actitud indulgente pero, en efecto, hay una siniestra extrema que, mimetizada en un movimiento falsa y calculadamente transversal, debiera ser rehusada por todo demócrata. No porque lo diga yo si no porque sus testimonios y actitudes evidencian un rechazo a la democracia. Los acólitos más desnortados rinden pleitesía a la anarquía o al caos y el resto detesta la democracia si le es hostil. O la abraza, si le es favorable.

Presumen de su ciudadanía universal, libre del yugo opresor e imperialista de la patria española; ensalzan su daltonismo étnico y el respeto casi a todas las creencias religiosas. Con la entrega propia de las mejores espadas por San Isidro, se echarán a la arena si el astado embiste por la derecha mas si, aun con idéntico o mayor peligro, embistiese por la izquierda, entonces permanecerán inertes tras el burladero.

Mas si en escena apareciese un patriota español, de derechas y católico, entonces el buenismo sideral de esa misma izquierda tornará en aversión e inquina patológicas. ¿Dónde queda esa poética capacidad de acogida al diferente?

Esta misma izquierda es la que, para despistar, compraba camisas en el carrefur pero más adelante cambió el tenderete del quince eme por una solución habitacional mucho más evolucionada: el chalete de Galapagar, con garita guardiacivilística de serie. Adquirir una propiedad con dinero casto y puro es una conquista no menor; lo reconozco, pero creíamos que tan suntuosas moradas quedaban reservadas para aburguesados de misa diaria.  Sí. La misma izquierda descamisada para nuestro legítimo Jefe del Estado pero pulcramente esmoquinada para los culturetas goyescos que callaron como tumbas ante la barbarie de ETA pero gritaron como posesos por la guerra del Golfo; la de Aznar, se entiende. Porque ya se sabe que en la de Felipe solo mandamos soldaditos de la señorita Pepis, con níveas palomas picassianas cosidas en el pecho.

Sí. Me refiero a esa misma izquierda que, tras conocerse el escrutinio de los últimos comicios andaluces, llamó a movilizarse a los ciudadanos para defender las libertades, la justicia social y la democraciaA nadie se le escapa que la democracia, la justicia social y las libertades las inventaron los comunistas o, sino, que les pregunten a los súbditos cubanos, venezolanos o norcoreanos, raseados en la escasez y ausencia de libertades por sus respectivas y acomodadas oligarquías.

En efecto. Hablo de esa misma izquierda que, con motivos, acampó en Sol y clamó contra la corrupción pepera pero ante el más monumental saqueo de cuantos hemos conocido (los eres de Andalucía y los fraudes de los cursos de formación), no dijo ni pío. Porque a esta izquierda cínica y secuaz, también a sus voceros mediáticos, les debió parecer insustancial que cantidades ingentes de dinero, destinadas a la formación de parados, se distrajeran in itinere y quedasen atrapados en las sacas de bandoleros del proletariado. Tranquilos; nada ha de pasar. A cada uno de mayo o fiestas de guardar, envueltos en pañuelos palestinos y consignas reivindicativas, clamarán por empleos justos y de calidad. Y todos sus pecados quedarán condonados.

O esa misma izquierda que, con motivo de acto de VOX en Murcia, enriquecía la metafísica con sesudas introspecciones del siguiente tenor:

Ortega Lara, de vuelta al zulo. Sin piernas y sin brazos, fascistas a pedazos. Facha, pardillo, tu boca en el bordillo. Fascistas, estáis en nuestra lista. Machista muerto, abono pa mi huerto. Huid volando como Carrero Blanco. Os vamos a matar. Hay que quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal…………….”

O esotra izquierda que, tras conocer la entrada en prisión de Junqueras y su comitiva, dejó dicho que hoy es un día terrible para la democracia en España. Porque esta izquierda ve un separatista y se licúa y afelpuda. Poco o nada importará que se trate de la alta burguesía convergente y unida que, pel tres per cent i altres malifetes, hubo de cambiar con urgencia de marca. Y poco o nada importará que algunos de estos secesionistas hayan pertenecido o tengan simpatías y empatía con ETA o Terra LLiure. ¡ Bagatelas!. Solo importa el odio compartido hacia esa España y esos españolitos que, con incontenido desdén, el poeta tildó de charanga y pandereta, cerrado y sacristía. A mí, como al genio, todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo, pero no advierto una España inferior y otra excelsa. Adivino, quizá, una España solidaria y otra egoísta, una llana y otra arrogante y a la primera, es decir, a la humilde y anchurosa, consagro mi pluma que también es modesta pero justa.

¿O es que solo la España vieja que ora es la que embiste y bosteza? ¿Acaso no hay noveles y holgazanes que ni oran ni laboran pero sestean y arremeten porque sí y por nada?

A otro con ese cuento y tanta gaita que a uno le alborean las cimas y peina canas. Sé bien que la democracia no todo lo admite, no todo lo aguanta. Sí. Soy de izquierdas y de derechas, también de centro, porque me da la real gana. ¿Por qué habría de renunciar a cuánto en verdad soy? Porque hay una derecha y una izquierda decentes y rectas, que miden la vida con idéntica vara.

Al fin y al cabo yo también soy radical pero en la búsqueda de la Verdad; amigos, sólo en eso.

 

 

 

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