Las reflexiones trascendentales de Pepe Belló

El baladre

Siento que cada vez expreso peor lo que realmente pienso y quiero decir. Se lo estoy achacando a una sobreconfianza. Conclusión: confía en lo que eres capaz de conseguir, pero no mucho. El éxito en la vida está en saberse la puta ama, pero no mejor que nadie.

También soy más dado a usar excusas. De esas que te hacen anular una evolución, simplemente por ir encontrando una comodidad que al final estanca. Es que es eso al final, las excusas son patrones y conductas socialmente impuestas por uno mismo para acomodarse en su autocompasión.

Uno de los mejores ejemplos son las metáforas que usamos en nuestro devenir cotidiano, que nos subyugan, atan y amordazan para encajar. Como la de ser más malo que el baladre. Después de todo, el baladre dijo: Y yo que soy de los malos, quisiera volverme bueno. Y el baladre fue la primera planta en salir tras la bomba de Hiroshima. Y el baladre ahora dona sus órganos para la investigación contra el cáncer y la sarna.

Tampoco debemos culparnos de cada situación que no superemos en nuestra vida, o cada vez que fallemos. El sistema es tan demandante que acabamos descuidándolo todo. El resultado es que no paremos de perder, y que no sepamos, o no tengamos tiempo de encontrar. Llega a tal el colapso, que cualquier cosa que hagamos o nos suceda parece inoportuna. Y todo es porque asociamos la felicidad y el propósito vital a los logros que podamos llegar a obtener. Y confundimos la cautela con la perspicacia. Por otro lado está nuestra sociedad cristiana en la que si algo no nos cuesta mucho e incluso nos hace sufrir no merece la pena, o no lo merecemos realmente. La esperanza es lo último que se pierde, pero, ¿qué hay de cuando quieres anularla?

 

 

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