Pedro Avellaneda expone su pintura expresionista en el Aula de Cajamurcia

   Imagen de cieza.es

El veterano pintor ciezano cree que los artistas no deben hablar, sino que deben ser sus obras las que lo hagan por ellos. «No soy de grandes palabras». Son pinturas creadas en los remansos del bullicio cotidiano con una estética expresionista. En la exposición ‘Paisajes soñados’ deja ver su singular estilo, otorgando a su carrera artística una gran personalidad

Crónicas de Siyâsa/cieza.es

Los años le han dado un tono aún más expresionista a su pintura. Contemplar las obras de Pedro Avellaneda (Cieza, 1931) es evocar los frutales en flor de la Vega Alta, los rincones más pintorescos del Paseo Ribereño o las mil caras del río Segura, paisajes que se pueden ver en el aula de la Fundación Cajamurcia hasta el próximo 21 de mayo, de lunes a domingo, en horario de 18:00 a 21:00 horas.

Su expresión artística se ve reflejada en un total de 27 óleos, un conjunto de cuadros en el que predominan paisajes otoñales y primaverales de Cieza, así como otros lugares cercanos en la geografía. «Por la vejez, me gusta más pintar paisajes otoñales», bromea. También una nota característica en el trabajo de Avellaneda es la presencia de la figura humana. En esta ocasión incluye dos obras, una de ellas inspirada en un poema de Charles Baudelaire.

«Yo pinto de todo. Lo mío es pintar e imaginar», se enorgullece el artista ciezano. Su lealtad al paisaje de Cieza, a sus referentes más constantes como la huerta y el río Segura, está en muchos de sus trabajos. En su larga trayectoria siempre ha pesado de modo determinante sus influencias estéticas. «Son estampas idealizadas que enamoran a los espectadores», afirma a modo de presentación.

Junto al trabajo de composición típico de sus paisajes, lo que destaca en la exposición ‘Paisajes soñados’ es su sobresaliente plasmación de la luz y creación de atmósferas. Su rica y fina paleta de colores estalla y asombra por todas partes. Sus manos empezaron a trabajar en su estudio del Camino de Madrid, junto al Colegio del Divino Pastor. Su modo de pintar es el mismo desde que hace muchísimos años decidió que la pintura podía ser una salida más a sus necesidades de expresión.

Sin renunciar a su estilo tan personal, este pintor autodidacta ha sabido cautivar también a los espectadores más jóvenes que han visto en él a un auténtico maestro, a un verdadero dechado de esmero estilístico que pinta desde el corazón. Ha trabajado mucho, pero las mayores satisfacciones de su vida como sastre y pintor se las ha dado la convivencia con su familia y sus compañeros de pinceles y viaje.

 

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