Prisión permanente revisable

Es de actualidad en las últimas semanas la prisión permanente revisable. Es una ley aprobada hace unos años por el partido popular con mayoría absoluta y, hasta ahora, no había sido objeto de controversia, quizás, por estar nuestra casta política en otras peleas «más importantes».

Desgraciadamente, debido al reciente caso del asesinato de la joven Diana Quer, este asunto ha vuelto a pasar por las manos de los partidos, pero no crean que para intentar mejorar nuestro sistema de convivencia o proteger a la sociedad, sino para ser usado como arma arrojadiza unos contra otros. Hemos visto como rápidamente PSOE, Podemos y Ciudadanos se posicionaron contra la prisión permanente esperando obtener rédito político en contraposición con el partido en el gobierno. Luego tenemos el singular caso del partido veleta, quien firmó un acuerdo de gobernabilidad con el PSOE en el que incluía su derogación. A pesar de ello, detectando el sentir de los españoles (y los 2 millones de firmas que habían obtenido en pocos días padres de niñas asesinadas) han cambiado de opinión, y no solo están en contra de su derogación, sino que quieren endurecer incluso su aplicación. Rectificar es de sabios, dicen algunos de los formadores de opinión habituales que pueblan nuestros, cada vez más, decadentes medios de comunicación tradicionales.

No estoy de acuerdo en que cambiar continuamente las propuestas políticas en función de las encuestas o las opiniones en los medios obedezca a motivaciones ilustradas, de hecho, es algo que no sucede en el partido Unión, Progreso y Democracia, puesto que tiene su ponencia política, con todas sus propuestas debatidas y votadas en su congreso ordinario por los representantes de los afiliados, a disposición de quien quiera consultarla; es garantía de criterio firme y consolidado, un contrato hacia sus votantes. En el caso que nos ocupa, UPYD está a favor de la prisión permanente revisable para delitos de violación y delitos contra la vida. También quiere que se exija, para delitos de terrorismo, romper con su banda, solicitud de perdón a las victimas y colaboración con la justicia en el esclarecimiento de los hechos en que estuvieron implicados para acceder a beneficios penitenciarios y su posterior reinserción. Desde esta tribuna de opinión intentaré justificar el por qué.

En primer lugar, ¿es necesaria la prisión permanente revisable? Indudablemente sí. Desde que estamos organizados como una sociedad con leyes el estado tiene la obligación de velar por la seguridad de sus miembros. Hasta hace no muchas décadas la figura del asesino en serie no estaba suficientemente estudiada, pero a día de hoy conocemos tantos casos que han horrorizado a la opinión pública que no es necesario recordarlos aquí. Por otro lado, están los enfermos sexuales que no son capaces de controlar sus impulsos; hemos podido comprobarlo, lamentablemente, estos últimos años en España. A causa del acuerdo con la banda terrorista ETA, se derogó la doctrina Parot, provocando así, no solo la puesta en libertad de asesinos confesos etarras sino también de violadores reincidentes que no estaban en condiciones de reintegrarse en la sociedad. Y como los expertos advirtieron, han vuelto a agredir a mujeres casi todos, llevando dolor de nuevo a las víctimas y a sus familias. Parece mentira que formaciones políticas a las que se les llena la boca retorciendo el lenguaje para usar términos femeninos no quieran proteger a la mujer, víctima propiciatoria de estos violadores insaciables, con unas leyes a medida.

Hay que tener en cuenta, además, que no se trata de una cadena perpetua, como indican algunas personas que intentan desvirtuar esta propuesta; no se trata de que una persona esté de por vida en prisión por un crimen cometido, es simplemente un mecanismo de defensa para la población civil. Si una persona comete un delito por el que se le imputan 20 años de prisión, y pasados 10 años no está en condiciones de volver a la sociedad, ¿por qué debería acceder a beneficios penitenciarios? Si una persona comete 5 violaciones por las que es condenado a 50 años de prisión, ¿por qué debe volver a la calle obligatoriamente antes de cumplir la totalidad de su pena, y más, si es consciente, incluso él mismo, de que no será capaz de reprimir sus impulsos sexuales?

Caso parecido ocurre con los delitos de terrorismo; en el año 2018 creo que todo el mundo está de acuerdo en que no es una práctica tolerada el uso de las armas para defender ideas políticas, y más todavía si se usa a la población indefensa como blanco de sus atentados. Hasta el brazo político de la banda terrorista ETA ha reconocido que fue un camino equivocado. Es un consenso en todos los ámbitos que el objetivo final del paso por prisión debe ser la reinserción. Sin embargo, ¿qué reinserción podemos esperar de una persona que se enorgullece de sus asesinatos, no se arrepiente, se jacta de que volvería a hacerlo y se ríe del dolor de los familiares de sus víctimas? ¿Qué sentido tiene dejarles en libertad antes de tiempo, accediendo a beneficios penitenciarios, sin que hayan pagado por los crímenes y el dolor que han causado? No se trata de venganza, sirve también de ejemplo para similares criminales en potencia, deben comprobar que el estado de derecho defiende a la sociedad, la cual debe estar segura de esa protección. En España hemos tenido varios casos de terrorismo con motivaciones religiosas. ¿Cómo afrontar este nuevo desafío si no es con la ley en la mano?

Otra excusa que los partidos esgrimen es si la prisión permanente contraviene la Constitución. Bien, la Constitución es un texto que nos dimos los españoles para nuestra convivencia en un momento de gran excepcionalidad, y como toda obra del hombre es imperfecta y mejorable. La Constitución de Estados Unidos ha sido sometida a multitud de enmiendas consiguiendo con ello su mejora; no existe impedimento para hacer lo mismo con la nuestra, no es necesario un proceso constituyente cada generación (por no haberla votado) ni crear una nueva Constitución, cuando todavía no hemos llegado ni a aplicar la actual en su totalidad. La sociedad evoluciona y las leyes deben cambiar, en caso de ser necesario, acorde a las necesidades del momento. Nuestras mujeres deben poder caminar por la calle, vestidas como consideren oportuno, sin miedo. Un miembro de las fuerzas de seguridad del estado debe poder realizar su labor sin temor a recibir un tiro en la nuca por hacer su trabajo. Y en caso de que se produzca el crimen, el delincuente debe estar seguro que sobre él caerá todo el peso de la ley. Como dijo un olvidado cantautor, a nadie se le debe privar del derecho de vivir en paz.

 

 

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